Las primeras clases de Yoga pueden ser… especiales, por decirlo de alguna manera. Pueden ser tan especiales que no quieras volver a entrar, que no entiendas la gracia o que pienses que la gente que está contigo en clase “nació así”. Todos hemos tenido este tipo de experiencias, ya sea en un gimnasio, en un estudio de Yoga o en una MasterClass a la que vas a probar si te va el rollo. 

Muchas veces la gente que lleva más tiempo ya ha normalizado ciertas cosas y parece que los primerizos son los raros, pero no es así. Echando la vista atrás, estas son las diez cosas que yo experimenté en mis primeras experiencias con el yoga:

  1. No entiendo que el Perro bocabajo se utilice para descansar. Porque sí, tú ves que los yogis están ahí tan cómodos en esa postura y mientras tú notas que los brazos se te cargan, que los talones no llegan al suelo (¿deberían?), que se te está bajando la sangre a la cabeza y que acabe pronto esa tortura.

→ Aunque parezca mentira, con el tiempo tu cuerpo se acostumbra y esta postura es muy relajante y cómoda. Eso sí, no hay que forzar las piernas, los talones no tienen que tocar el suelo y debes seguir respirando con fluidez.

  1. ¿De verdad es posible enterarse de las posturas si las dicen en sánscrito? Muchos profesores, sobre todo en estudios, dirigen toda la clase mencionando los nombres en sánscrito… ¡y los yogis lo entienden! Ahora resulta que también hay que estudiar idiomas para poder hacer una clase de yoga.

→ Lo bueno de los nombres en sánscrito es que son estandarizados y en cualquier país, web, libro o escuela que los veas, siempre serán los mismos. No hay que estudiárselos (a no ser que te prepares para ser profe como yo), sino que se te van quedando a medida que los escuchas.

  1. Esto de sentarme con los ojos cerrados… ¡que empiece ya la clase! Muchas clases de yoga empiezan con cinco minutos (o más) de estar sentados con las piernas cruzadas y los ojos cerrados. Es un poco desesperante, quieres comenzar a moverte y te ponen ahí quietecita, sin hacer nada…

→ Realmente estos minutos son de lo más importante de la clase. Sirven para “centrarte” y conectar con tu respiración. Normalmente llegamos a clase de yoga con el ajetreo de nuestro día y es necesario pararnos un momento para poder situarnos. Es como cuando antes de empezar un viaje en coche, pones la música que te gusta, te colocas bien los espejos y preparas agua o comida cerca de ti.

  1. No voy a cantar el Om ni harta de vino… Y si lo cantas, lo cantas tan bajito que ni el de tu lado podría oírte. Piensas que eso ya es demasiado místico y que no sirve para nada, solamente para que te sientas ridícula. Mejor pasar ese momento sin que nadie te vea y empezar ya con las posturitas.

→ Si te dejas llevar y lo cantas, puede ser muy relajante. Escribí un artículo precisamente sobre esto: https://saracibanal.com/la-ciencia-detras-de-cantar-om/

  1. La gente es muy flexible, yo no puedo llegar a ese nivel. Llegas a clase de yoga y de repente todo el mundo toca el suelo con las manos mientras tú (si eso) lo rozas con las yemas de los dedos. Y se retuercen de unas formas muy raras, ¿cómo es posible? ¡No son humanos!

→ Te sorprendería lo rápido que se aumenta la flexibilidad (o el rango de movimiento) solo practicando yoga un par de veces por semana de forma regular. En pocos meses puedes ver un avance que no creías posible. Ojo, si vas a yoga por las mañanas lo tendrás más complicado porque el cuerpo está frío. Prueba a realizar alguna sesión al final del día y verás la diferencia.

  1. La gente es capaz de seguir la clase sin mirar al profesor. Puede ser que te topes con una clase de gente experimentada y de repente seas la única que va perdidísima. El profesor va diciendo posturas (en sánscrito o en español, lo mismo da si estás empezando) y la gente sigue la clase sin mirar siquiera. Y de repente tienes que retorcerte y mirar por debajo de tus piernas o por encima de tu hombro porque no entiendes nada.

→ Ten en cuenta que las posturas que se realizan en una clase de yoga son (más o menos) limitadas y al final la gente que va frecuentemente se las sabe. Hay muchos estilos de yoga, algunos más cerrados que otros, pero por lo general dentro del mismo estilo, es fácil que al cabo de unos meses puedas seguir la clase solo escuchando las instrucciones. 

  1. Podrían poner algo de música, que clase más sosa. La mayor parte de las clases de yoga no tienen nada de música, con lo cual puede ser un poco tedioso al principio. Solo escuchas al profesor y la respiración de los compañeros, ¿qué les cuesta poner una musiquita relajante de fondo?

→ Dependiendo del estilo de yoga, se utiliza más o menos música. Muchas veces se evita poner música durante la práctica de asanas (posturas) porque el objetivo es que cada uno se concentre en su respiración. Además, se puede practicar una respiración fuerte (ujjayi) que crea un propio sonido característico.

  1. Vine a yoga porque era algo “suave” y me he hecho más daño que en Bodypump. Llegas a clase de yoga porque tienes un día en el que no quieres meterte caña y sales más destrozada que si hubieras hecho otra clase del gimnasio. Igual hasta te haces daño en alguna postura, porque no estás acostumbrada. Menuda gracia, esto muy bueno para el cuerpo no puede ser…

→ Lo primero que se debe hacer en yoga es escuchar al cuerpo y respetarlo. El problema es que estamos acostumbrados a querer hacer lo que hace el de al lado, a llegar más lejos y no respetamos los límites de nuestro cuerpo. Por eso, en ciertas asanas puede ser muy fácil hacerse daño en las primeras clases.

  1. No sé por qué estas posturitas son tan buenas para el cuerpo. Todo el día viendo en redes, revistas y en la tele que el yoga es la panacea, que es maravilloso para tu cuerpo y tu mente. Llegas a clase, haces unas cuantas posturas y piensas… ¿tanto para esto? Si yo ya hago deporte, ¿para qué necesito esta clase? Solo sirve para estirar…

→ Cada tipo de asana de yoga tiene una finalidad. Algunas son relajantes, otras sirven para limpiar los órganos (torsiones), otras sirven para dar energía. No es solamente lo que a nivel superficial tu cuerpo experimenta, sino todos los procesos internos que esa postura conlleva. ¡Date tiempo!

  1. Sí hombre, ahora después de todo quieren que cante “mantras”. Llega ese día el profesor inspirado, o te has metido al tipo de clase en el que los mantras son el pan de cada día. Y pretende que te pongas a cantar delante de todo el mundo… ¡y en sánscrito! ¿Pero estamos locos o qué? Esta gente da miedo…

→ El tema de los mantras depende del estilo del yoga y del profesor. Al principio cuesta, porque no te sabes la letra, porque te sientes ridículo y porque no le ves la gracia. Puedes quedarte simplemente escuchando, o puedes probar a unirte y ver si te gusta la sensación o no (dejando de lado los prejuicios). Quién sabe… quizás cantar fuera de la ducha te guste má de lo que crees.

Con esto quiero decir que ánimo, que todos al principio pensamos cosas parecidas y al final es muy importante encontrar un profesor, una escuela (o clase) en la que te puedas sentir cómoda. Ten en cuenta que elegir el estilo de yoga que más va contigo es esencial para conseguirlo. ¿Tienes dudas? ¡Escríbeme!

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