Los trastornos de ansiedad son la enfermedad mental más común en Estados Unidos, y afectan a más de 40 millones de personas mayores de 18 años, según la Anxiety and Depression Association of America. No es de extrañar que la depresión y la ansiedad estén entre las principales afecciones citadas por quienes buscan ayuda en terapias complementarias y alternativas, como el yoga, la meditación y las prácticas de atención plena. El uso de estas modalidades va en aumento, y estudios recientes han demostrado que -además de ayudar con la depresión y la ansiedad- también pueden reducir el impacto del estrés, aumentar los niveles de serotonina y mejorar la energía.

A través de mucha práctica y paciencia, descubrí que tanto las asanas de yoga como la meditación ofrecen el maravilloso regalo de mejorar constantemente la conciencia, además de proporcionar las herramientas para trabajar con estos desafiantes estados físicos y mentales. Utilizando el cuerpo y la respiración para despejar, estabilizar y fortalecer la mente, la sensación de equilibrio acabó convirtiéndose en un nuevo hábito.

Muévete.

Resumen de contenidos

A medida que trabajo para obtener el equilibrio a través de las posturas de asana de yoga, mi cuerpo se vuelve más fuerte y más flexible. Mis pulmones reciben más oxígeno y mi sangre fluye más libremente. A través de estos movimientos identifico los lugares de mi cuerpo que están trabajando demasiado para estar equilibrados y otros que no están trabajando lo suficiente. Momento a momento, con paciencia y respiración consciente, tengo la oportunidad de cultivar el equilibrio. Cuando practico con constancia, mi cuerpo trabaja y descansa con mayor ecuanimidad.

Cuando no practico, aparecen la depresión, el insomnio y la inercia. Existe una correlación directa entre el movimiento activo del cuerpo y la disminución de la depresión. Esta conciencia me hace sentirme bien y me conecta con la tierra y su energía de estabilidad. Durante la práctica de asanas estoy en mi cuerpo, fuerte y centrada, conectada a la tierra y presente. Esta estabilidad continúa conmigo fuera de la esterilla y me acompaña en mi vida diaria.

Pausa.

Se ha demostrado que la meditación disminuye significativamente los síntomas de la depresión. Practico la meditación para volver a tener una sensación de atención equilibrada en mi mente. ¿No es la “atención” la definición misma de equilibrio? Cuando la depresión está presente, me siento poco clara, detenida y en blanco. Pienso en la mente como si fuera una bola de nieve que se agita constantemente. La tormenta de pensamientos se arremolina y obstruye lo que hay en su interior, lo que dificulta ver con claridad.

Tomarse un tiempo cada día para sentarse, asienta la “nieve”, vacía la mente y permite que surja una visión clara, una comprensión clara y una presencia clara. En la meditación practicamos el equilibrio a través de nuestra postura y colocando nuestra atención de manera que todo sea estable, firme y despierto.

Respira.

La práctica de la respiración lleva mis emociones y mi sistema nervioso a un estado de equilibrio. La respiración consciente se convierte en un puente que conecta el cuerpo y la mente. En el intercambio de inhalación y exhalación, recibo y libero lo que surge en este momento.

Sentada con el flujo de los momentos, conecto con mi amigo más preciado mientras nutre y limpia mi cuerpo y mi mente en un ciclo ininterrumpido de momentos frágiles. Tiene un efecto curativo. Me ablanda el corazón y me anima a abrazarme a mí misma y a todos los seres vivos con un mayor sentido de la compasión.

Estas prácticas siguen siendo fundamentales en mi propio viaje de curación, pero es importante tener en cuenta que, aunque el yoga y la meditación se consideran complementarios a las terapias tradicionales, no pretenden sustituir los tratamientos existentes. Cada vez hay más pruebas que sugieren que la práctica del yoga es un enfoque de bajo riesgo y alto rendimiento para mejorar la salud mental y el bienestar general. Hay muchas tradiciones de yoga y meditación entre las que elegir. Encuentra una que se adapte a ti. Empieza por donde estés y sigue con ello. La práctica constante requiere tiempo y paciencia. Sé amable contigo mismo y recuerda este sencillo mantra: “Corazón arriba, cabeza arriba, barbilla arriba”.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *