En mis artículos hablo de los beneficios del Yoga. De lo bien que sienta, de cómo puede mejorar tu vida y de por qué es imprescindible integrarlo en tu día a día. Por circunstancias, he estado un tiempo practicando poco o nada y creo que he aprendido tanto como cuando lo practico. 

 

Por qué dejar de hacer Yoga

Siempre se dice que cuando menos te apetece meditar, es cuando más lo necesitas. Cuando te abruman las emociones, no tienes paz y necesitas conectar contigo misma, es cuando menos te apetece sentarte en silencio a enfrentarte a ti. Es más fácil decir “ya lo haré mañana, que ahora tengo otras cosas en las que pensar”. 

ESE ES EL PROBLEMA. Que si tienes demasiadas cosas en las que pensar, demasiadas preocupaciones o te encuentras débil energéticamente, es cuando REALMENTE necesitas meditar, necesitas Yoga y necesitas conectar.

En mi caso, he pasado una racha emocionalmente inestable y me resultaba imposible sentarme a meditar porque prefería ponerme Netflix o ponerme a limpiar de forma obsesiva. Que sí, que ahora tengo la cocina como los chorros del oro, pero no es plan. 

 

Qué me ha pasado al dejar de hacer Yoga

Pues básicamente he revertido algunos de los beneficios que había experimentado anteriormente y que quizá pensaba que eran casuales o tenía asumidos ya.

  • Me encontraba más cansada y sin ganas de hacer cosas que normalmente me apasionan
  • Dormía peor y me costaba muchísimo levantarme
  • Tomaba más café
  • Comía alimentos menos sanos, bebía alcohol (poco pero más de lo habitual en mí)
  • Estaba más irascible, me afectaba todo muchísimo. Tenía menos capacidad para mirar las cosas desde fuera y relativizar.
  • A nivel físico, tenía menos flexibilidad y los músculos más engarrotados (yo hago deporte habitualmente)

 

Para qué me ha servido esta racha sin Yoga

Pues creo que todo pasa por y para algo. El Yoga llegó a mi vida de forma casual y progresiva, por lo que sus beneficios se fueron instalando en mí sin casi darme cuenta. Ahora puedo mirar épocas en las que he practicado más, he actuado de forma más consciente y me doy cuenta de que han sido muy beneficiosas para mí, independientemente de lo que estuviera pasando a mi alrededor.

Dentro de una semana me voy a hacer una formación de Yoga y la voy a tomar como una reconexión con mi práctica y el camino que empecé hace ya un año. Me he dado cuenta de que es algo que no quiero sacar de mi vida, aunque me dé pereza, me cueste y me resulte sacrificado a veces.

 

Cómo he vuelto a conectar

Mentiría si digo que de un día para otro estoy haciendo una hora diaria de yoga y meditando. Ni mucho menos. Lo primero ha sido tomar conciencia del asunto y volver a realizar mis dos prácticas semanales de Ashtanga (aunque esta semana vuelvo a no poder). También practicar un poquito en casa, aunque sean diez minutos. 

La meditación está de moda

Últimamente me he topado con la meditación en contextos que a priori no me parecerían nada “meditativos”. Uno de ellos fue el libro “21 lecciones para el siglo XXI” del autor de Sapiens, que habla de cómo la sociedad y la tecnología van a evolucionar próximamente. Al final, después de todo lo que parece un desastre de sociedad y un declive de valores, rescata la meditación como el pilar fundamental para el bienestar individual. 

Por otro lado, viendo también vídeos TED con temas no relacionados con la meditación, aparecía este concepto como una base para la salud mental y el bienestar.

Creo que es interesante reflexionar sobre ello porque vivimos en una sociedad que va más rápido que nosotros, nos desorienta y nos confunde constantemente. Es necesario tener un lugar al que volver, nuestro centro, para poder relativizar y mantener un equilibrio.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *