No, no hay que comer de todo. Aunque lo diga mi madre, la tuya, nuestra abuela y el 90% de gente que conozcamos. Es necesario mantener un equilibrio cuerpo-mente, pero esto no significa barra libre de ultraprocesados las 24 horas del día.

“Hay que comer de todo”

SÍ. 

Cuando “de todo” significa tener una dieta rica en: alimentos frescos y de temporada, verduras y hortalizas, tubérculos, legumbres, arroz, cereales, frutos secos, fruta (a cualquier hora y a cualquier momento, eso incluye la noche) y proteína vegetal o animal. Además de disminuir el consumo de azúcar lo máximo que podamos y hacer un consumo muy puntual de ella (máximo 1 vez a la semana, incluso yo lo limitaría a 1-2 veces al mes y en ocasiones especiales).

Y con esto no me estoy refiriendo a que si vas a cenar fuera no puedas pedirte postre o si un día tienes antojo de oreo te prives, simplemente me refiero a que puedes comerlo pero siempre que no bases tu dieta en ese tipo de alimentos.

NO. 

Lo que no hace falta comer

Cuando la palabra “de todo” incluye:

Ultraprocesados: Dícese de aquellos alimentos que  son altos en grasas saturadas y trans, con un nivel elevado de azúcar y sal, poca fibra y pocas proteínas. Además, causan un alto nivel de adicción. Galletas, Oreo, Bollicaos, Kit-kat, patatas fritas tipo Lays, croissants… No es malo un consumo puntual de uno de estos productos, pero hay que ser conscientes de lo perjudiciales que son para nuestra salud y siempre que podamos mejor elegir la repostería casera.

Embutidos: Los famosos packs de pechuga de pavo o pollo, lomo embuchado, salchichón, salchichas Frankfurt, sobrasada, patés…

De hecho, si te paras un momento a leer los ingredientes a penas contienen un 60% de pavo o pollo, además de contener almidón, potenciador del sabor y…¿¿AZÚCAR??, entre muchos otros “ingredientes”.

Bebidas azucaradas: Contienen un alto nivel de azúcar y cafeína, además de ser totalmente perjudiciales para nuestro cuerpo. Los zumos envasados también entran en este grupo por su alto contenido en azúcares añadidos.

Pizzas comerciales (supermecado, telepizza…) y productos precocinados: Contienen una pésima calidad de los ingredientes, son sumamente altas en grasas, sal e hidratos de carbono procedentes de harinas refinadas.

Patatas y chucherías:  Ultraprocesados que no aportan nada a nuestro organismo, en el caso de las chucherías son simplemente azúcares que, a la larga, nos causarán una adicción a este tipo de productos.

Por todos estos motivos NO hay que comer de todo, ni tener esa famosa frase como estilo de vida saludable y ejemplo a seguir.

Un consumo puntual de alguno de estos productos no es malo, pero siempre siendo conscientes de que no deben ser la base de nuestra alimentación. La comida real siempre será la mejor opción de todas, cuánto menos ingredientes lleve lo que vamos a comer más sano y beneficioso será para nuestra salud.

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